sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo 6

-¡Luces amarillas, verdes, violetas!-Gritaba un vendedor algo deforme y parado sobre una nave en desuso.-¡Ilumine su vehículo de la manera más sencilla!

Todos se miraron entre sí. Con todos me refiero: A los beatles, incorporado Paul nuevamente, Itzel, Willy, su robot y dos guardias que había mandado el emperador para que los cuidasen y condujesen de camino de vuelta. No hizo falta pronunciar una palabra, porque ya sabían a donde debían ir.

El lugar era un poco más a las afueras del centro, aún así era bastante poblado. Había todo tipo de criaturas, creo que no puedo describirlo de otra forma. Todos se dirigieron a una tienda. Era grande y había varias cosas exhibidas afuera, con lo que comprobaron que no se equivocaban.

-Disculpe...-Itzel llamó a un ser que parecía ser humano, salvo que tenía un tercer ojo.-¿Aquí venden motores?

-¿Motores?-Peguntó.-¿Para qué tipo de vehículo?

-Para naves.-Afirmó ella.-Mire...

A continuación le mostró un gráfico en el que se detallaba el modelo de la nave, del motor y cualquier detalle digno de perder el tiempo. Mientras, tanto Willy como los cuatro terrícolas, se entretenían observando los demás artefactos que allí descansaban.

-¡Oh, si que lo recuerdo!-Exclamó el hombre.-Tengo uno, pero aquel motor es el último en su especie. Me temo que saldrá algo caro, ya verás que ha sido difícil conseguirlo...

-¿Cuánto dinero quiere?-Preguntó Itzel yendo al grano.

-¿Dinero?-Rió él.-Nada de eso.

-Que degenerado.-Susurró Ringo a George.

-Aquí en los suburbios no queremos dinero.-Afirmó.-Aquí las cosas se ganan.

-¿Cómo?-John pareció confundido.

-Apuestas.-Afirmó el hombre.

-¿Qué tipo de apuestas?-Preguntó Ringo.

-La Gran Carrera es mañana...-Contestó el hombre y les entregó un folleto.

-¡Woow!-Se sorprendió Willy.

-¿Sabes de que se trata?-Preguntó Paul.

-Claro que lo se.-Dijo el pequeño.-Es una carrera en la cual los participantes corren con naves o vehículos hechos por ellos mismos.

-¡Estamos perdidos!-Se lamentó John.

-No lo creo...-Acotó el pequeño misterioso.-Yo puedo construir una. Además tengo la ayuda de mi robot.

-Mala suerte, pequeño.-Dijo groseramente el vendedor.-Hay que ser mayor para competir.

-Pero la puede manejar Itzel.-John pareció recobrar la esperanza.

-¿Una mujer? .-Rió con ironía el hombre.-Lamento que no haya otra solución para ustedes, pero tengo cosas que hacer. Gracias de todos modos, me han hecho reír un rato.

-No creo conveniente que la princesa Itzel participe en esas fechorías.-Acotó uno de los guardias enviados por el emperador.-¿Qué hacemos si le sucede algo?

-¿Y si participa uno de ustedes?-La extraterrestre no quería dejar pasar esta oportunidad.

-Yo no puedo y mi robot tampoco.-Acotó Willy.

-Dudo que al emperador le haga gracia que el Caballero Naranja participe en estas cosas.-Dijo el otro guardia asignado. Paul dejó escapar un disimulado respiro.

-George quería ser astronauta cuando era pequeño.-John lo acusó ante todos.-De hecho, su tío era piloto y lo llevaba a dar vueltas.

-¿Es verídica esa información?-Itzel nunca se refería a ellos con amabilidad.

-Así es.-Confirmó George.

-Que no se hable más entonces.-Richard quería zafarse de la situación.

-¿Serías capás de hacerlo?-Preguntó uno de los guardias. Estaban incomodando al beatle.

-Claro.-Contestó el joven.

-Además yo podría diseñarla con manejo fácil.-Se emocionó Willy y Harrison hizo una mueca.

-No me subestimes, pequeño.

Así fue como luego de conseguir las cosas necesarias para el vehículo a construir, los 9 viajeros partieron siguiendo la luz del sol poniente, llegando exitosamente a su nave que los esperaba con un aire hogareño.

Willy diseñaba. Itzel ayudaba. George proponía. El robot construía. John miraba. Los guardias miraban. Ringo cocinaba. Paul dormía. Esta escena se repitió hasta que las estrellas se asomaran y fueran cegadas por la luz de la gran ciudad. 

Todos se quedaron despiertos hasta tarde esa noche, menos George, debido a que insistían en que debía descansar. La nave estaba casi lista, solo faltaban pequeños detalles. Mientras se ajustaban un par de cosas, John y Paul miraban todo con una fascinación asombrosa; Ringo estaba entre el sueño y la realidad. 

-¿Y si eres tan listo por qué decías que esto era una broma de una fan?-John discutía.

-Porque estaba poniéndote a prueba, Lennon.-Acotó el bajista.-Tienes mucho que aprender, aún. 

-¿De quién?-Rió John.

Hablaron hasta casi las cuatro horas de la mañana terrícola, hasta que Itzel harta ya, les indicó que se vayan a dormir de una vez. No era un sacrificio muy difícil, y lo llevaron a cabo perfectamente.

-¡Buenos días, universo!-George aparecía radiante en la puerta de la nave.

-¡Callate Harrison!-Se quejó Paul.

Ahí fue cuando el guitarrista notó la situación. Por las evidencias presentadas, todo parecía indicar que todos, exceptuándolo a él, habían dormido afuera. Al principio se lamentó un poco, pero todo se le pasó al percatarse de que un gran objeto se encontraba tapado con una manta blanca como la nieve.

Corrió hasta allí, tropezando con algunas piedras y extendió su mano hasta quitar la sábana. Era la nave, su nave. Sonrió al observarla y miró por todos lados que pudo. Era perfecta a su medida. El techo era descapotable y había aproximadamente diez botones de colores, y una palanca.

-Ni lo intentes .-Itzel apareció en el horizonte evitando que el guitarrista saliera a dar una vuelta en el nuevo vehículo.

-Este... yo...

-Ahórrate las explicaciones ¿Dormiste bien?

-Así es.-Se sorprendió.-¿Ustedes? Quiero decir... ¿durmieron?

-Poco.-Contestó la extraterrestre.-Tardamos en construirla pero aquí está...

-Es increíble.-Afirmó George, por poco lamiendo los controles de la nave.

-Lo es.-Contestó Itzel.

A medida que la mañana avanzó, todos volvieron a recobrar la razón y en menos de lo que pasa un asteroide, Willy le enseñaba a Harrison a manejar el vehículo.

-Estos son los aceleradores de emergencia.-Indicó.-Se activan con el botón verde.

-Ajá.-Asintió sin poder creer lo que estaba viviendo.

-Este es el liberador de carga.-Explicó. George no comprendió, pero aún así seguía sonriendo.

Todo estaba listo para la gran carrera, incluso los nervios de parte de todos, menos del guitarrista. Estaba tan asustado que su propia mente había caído en una especie de trance.

-¡Criaturas!-Anunciaron en un micrófono y la multitud dentro de la improvisada pista gritó con euforia.-¡He de darles la bienvenida a esta carrera!

La muchedumbre se puso aún más inquieta. Arriba, en las tribunas todos esperaban ansiosos el comienzo de la carrera. Abajo, Itzel y George se comían las uñas de los nervios.

-¡Todos aborden sus naves!-Exigió una criatura de aspecto deplorable, y seguramente alcohólica.

-Creo que ya es la hora.-Afirmó Itzel.-Nos vemos al final

-Claro.-El optimismo de Harrison estaba intacto, aunque no por mucho tiempo.

La extraterrestre volteó y se encaminó hacia su lugar con confianza. No obstante, cuando llegó se percató de una terrible cosa. Uno de los corredores, observaba casi con codicia a George, y lo peor de todo era que en su nave y chaqueta, traía bordado un escudo atroz que reconocería en cualquier parte.

-¿Pasa algo malo?-Quiso saber Paul.

-Si ¡algo terrible!

-¿Qué?-Preguntaron todos al unísono.

-¿Ven ese corredor de allí?-Señaló y asintieron.-Lo envió Diamantina, lleva el escudo de su dinastía.

-¿Y cómo supo que estábamos aquí?-Ringo se lamentó.

-Seguramente notó mi huida del planeta y sospechó que estaba buscando ayuda.-Su voz sonaba cada vez más desesperada.-Tenemos que detenerlo, de lo contrario algo malo le sucederá...

-¡George!-John gritó.

Ya era tarde, el locutor con la emoción más pura vista jamás, anunció que la carrera empezaba. Todas las naves salieron disparadas, incluido George quien iba casi a la delantera. El circuito pasaba por unas montañas alejadas de las tribunas, donde lo divisaban por una pantalla

Mientras tanto, el guitarrista tocaba todos los botones olvidándose por completo las instrucciones de Willy. Su puesto oscilaba entre los primerosIba tercero, a la par de una criatura parecida a un pulpo.

-Eso es trampa.-Se quejó observando cuantas cosas podía hacer con sus ocho tentáculos.

Y en el momento en el cual el paisaje se volvía rocoso y peligroso, una macha de tinta salió tapando toda su visión del panorama. Su truco el había salido mal, pues era a George a quien quería perjudicar, y él era ahora el único tercero.

-Ringo se va a morir cuando le cuente esto.-Hablaba y reía solo.

Ahora su próximo objetivo sería intentar pasar al siguiente corredor. Y no le resultó muy complicado, debido a que se estrelló contra una de las tantas e inmensas rocas que había. Como primera medida, intentó no caer en la misma trampa que él, y cuando el paisaje se tranquilizó un poco, decidió ir a por el siguiente.

Era difícil, pensó. E intimidante, además. Esos escudos y logos hacían pensar que era de alguna organización importante o que algo lo auspiciaba. De cualquiera de las dos formas, indicaba que era un contrincante difícil de superar.

George avanzó subiendo aún más la velocidad y lo alcanzó. No lo superó, no. Quedaron a la par, incómodamente se disputaban el primer puesto. El contrincante, que al parecer tenía la forma más humana que había visto fuera de su planeta, lo miró de forma despectiva. Y, como si eso fuera poco, intentó derribarlo lanzando su nave hacia el lado en el que se encontraba George.

-¡Tranquilo!-Harrison sentía cada vez más enfado con esa criatura.

Debido a esto, pudo sacar algo de ventaja, lo que hizo enfurecer aún más al beatle. Este presionó una serie de botones y salió disparado tan velozmente que sentía que iba a morir. Claramente, terminó pasándolo.

-Ahí tienes.-Rió George y esquivó una gran roca del camino.

-¿Eres estúpido?-Una mujer regañaba al contrincante de George, mediante una pantalla que se encontraba en su vehículo.

-Estoy haciendo todo lo que usted me ordenó, su majestad.-Contestó él.

-Pero no es suficiente. Ese entrometido está ganando.-Contestó con firmeza, era aterradora. Era Diamantina.

-Perdón.

-Nada de perdones.-Continuó hablando con ese tono de voz tan tranquilo que desesperaba.-¡Quiero que lo derribes!

-Como usted ordene, su majestad.-Asintió y Diamantina cortó la comunicación repentinamente.

La criatura se puso unas gafas de piloto y George pudo divisar por el espejo retrovisor como esbozaba una sonrisa diabólica y luego, lo saludaba. Confundido por esta reacción, no pudo notar que un pequeño misil se dirigía hacia él con una velocidad admirable. Le dio. Toda la tribuna se hizo silencio.

George algo adolorido por el golpe se recuperó mareado. El sol estaba más sofocante que nunca, probablemente se debía al accidente. Pero, más allá de todas sus heridas, no podía dejar que él le ganase. Se paró rápidamente y las tribunas a lo lejos, gritaron con euforia. Observó la nave, una turbina se había arruinado por completo.

Se subió y presionó una serie de botones, que activaban la velocidad máxima para casos especiales. Tenía pensado dejarla para más adelante, pero no había otra opción.

Y si anteriormente le pareció que iba demasiado rápido, esta vez casi se desmaya. Solo que estaba motivado por ganarle a ese tramposo. Afortunadamente, ellos dos llevaban una ventaja muy grande con el resto de los participantes, por ende solo uno pudo pasarlo cuando Harrison cayó. Y no fue difícil recuperar su puesto.

Iba tan velozmente que casi cae varias veces, pero tenía a esa horrible criatura a su lado y la línea de llegada se divisaba al horizonte.

-Chau.-Dijo el beatle y sonrió ampliamente.

Tenía pensado derribarlo, pero no fue necesario, porque mientras lo distraía, se llevó puesta una enorme roca.

-¡He aquí al campeón!-Anunciaba el locutor cuando la destartalada nave del guitarrista llegó a la meta.

Todos los presentes gritaron y sus amigos pisotearon a quien fuera necesario por llegar allí y alzarlo en los aires. Mientras tanto, el vendedor, enojado pegaba patadas al suelo

-Nuestro nuevo campeón se llama?-Preguntó una criatura mientras le entregaba una medalla.

-George.-Respondió él.

-¿George? Pero que nombre más gracioso.-Rió.-¿Y de donde eres?

-De La Tierra.-Afirmó.

-¿Dónde queda?-La criatura parecía no saber nada.

George miró a Itzel esperando una respuesta, y esta le dijo algo extraño al hombre que pareció satisfecho.

Así fue como consiguieron el nuevo motor para la nave. Y antes del anochecer, ya habían partido y llegado al planeta Naraja. El emperador los esperaba ansioso y escuchó con paciencia todas las anécdotas  incluidas las de Willy y John, que siempre tenían alguna exageración.

De la nave se encargaron los pobladores de la Gran Naranja y a la mañana siguiente, llenos de comida y descansados  la abordaron y miraron como ese planeta que había sido el más acogedor, se hacía cada vez más pequeño a sus pies.

-¿Y ahora a dónde vamos?-Preguntó Ringo feliz, quien sabe por qué.

-¿Qué no es obvio?-Se quejó McCartney.-Al planeta de Itzel, así que George... más vale que te recuperes rápido.

-No aún.-Interrumpió la extraterrestre con la mirada fija en la carretera espacial.-Debemos hacer algo primero...

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¡Hola a todos! Perdón por la tardanza y el semi-plagio a Star Wars que seguramente encontraron acá jaja Diamantina es más mala de lo que ustedes piensan, así que vayan abrochándose los cinturones que todavía faltan varias aventuras.

PD. Según mis cálculos, este va a ser un fic cortito, a menos que se me ocurran más ideas. Así que vayan haciéndose la cabeza que no van a ser muchos capítulos.