domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 4

El beatle se asustó por el el abrumador silencio que lo rodeó luego del estruendo del aterrizaje. Ni en ese momento, ni en todo lo que duró su existencia, pudo comprender como sus acompañantes siguieron en su profundo sueño como si nada hubiese sucedido. Se detuvo unos minutos reflexionando sobre que iba a hacer ahora y dudó que aquella cuestión de sus compañeros lo favoreciera. Probablemente si hubiesen despertado por el estruendo habrían querido asesinarlo pero sabrían de entrada lo que había sucedido. En cambio, cuando despertaran dentro de unas horas y se encontraran en un planeta totalmente ajeno, su confusión sería extrema. Paul pensó que si quizás buscara ayuda, la nave estaría arreglada y en su rumbo normal para antes del alba.

Así fue entonces como el beatle, en puntas de pie, salió del averiado vehículo mirando con cautela hacia todos lados. La atmósfera del lugar poseía un color coral, por más inverosímil que suene, aunque a esta altura del relato no deberían asustarse de lo desconocido. Poniéndolo en palabras que ustedes los terrícolas puedan comprender... parecía un paisaje semejante al de los vaqueros de 1850, una llanura de Colorado, Estados Unidos.

Solo que había una pequeña diferencia, que el curioso bajista notó al poner un pie sobre el suelo firme: el planeta era una gran naranja. Si, así como lo leen o lo oyen, quizás haya terrícolas que hablen con las letras, por lo que siendo un narrador que sirve de mediador entre el cosmos, debo hacer todo tipo de aclaraciones. 

Siguiendo con lo que nos incumbe, el asombro de Paul fue de tal magnitud que rió. Rió de forma desesperada. Si alguien hubiese estado en su presencia hubiese imaginado sin lugar a dudas que era un desquiciado. Y lo que no sabía... era que alguien sí lo estaba observando.

-Yo creo que está demente.-Oyó a sus espaldas.

Volteó algo asustando y los vio. No pudo hacer más que volver a reír, y no porque había perdido completamente la razón, simplemente porque su aspecto era tan gracioso que le resultó imposible resistirse.

-¿No ves? ¡Te lo dije!-Dijo uno de ellos a su compañero.

-Pero ya nos vio.-Se lamentó el otro.

-Hola.-Dijo tímido Paul calmando su gracia.

Para que puedan entender mejor. Este par de... criaturas, eran como garabatos vivientes. Parecían ser pelusas todas enredadas y poseían unos ojos negros como la noche y dientes algo torcidos pero simpáticos.

-Hola.-Dijo uno de ellos algo precavido y se atrevió a consultar.-¿Qué eres y de donde vienes?

-Soy Paul.-Contestó y notó que su respuesta pareció no satisfacerlos.-Soy un humano y vengo de La Tierra.

-He oído hablar de ese planeta.-Apuntó el otro curioso.-¿Es cierto que sus habitantes crearon armas capaces de acabar con él?

-Bueno, sí.-Paul pareció incómodo aunque comprendía el asombro del pequeño y él pensaba lo mismo.

-¿Y es cierto que sus habitantes se asesinan entre sí?-Siguió con curiosidad.

-Si, también lo es.-Contestó el bajista abatido y al terminar de decir eso ambas criaturas retrocedieron un paso.

-¿Y es cierto que...

-Basta Win.-Lo retó el otro y se presentó.-Yo soy Finn.

-Y somos servidores del emperador.-Completaron orgullosos al unísono.

-¿Como es que llegaste aquí?-Curioseó Win. 

-Mi nave se estrelló.-Dijo algo avergonzado.-Bueno, nuestra nave. Hay más humanos allí dentro.

-Creo que al emperador le va a agradar recibir visitas.-Dijo Finn.

Paul creyó que era más conveniente quedarse para cuando sus compañeros despierten, y afrontar la situación, pero los pequeñines estaban tan emocionados en llevarlo con el emperador que no tuvo tiempo para nada. Se pusieron a ambos lados del terrícola y mientras lo llevaban al palacio le contaron mil anécdotas y cosas a saber de aquel lugar.

El camino no fue muy largo, y el beatle asoció esto a que el planeta no era muy grande. Sin embargo, la belleza del palacio era digna de admirar. Un jardín de flores inmensas y naranjas los conducía en un camino hacia la entrada. 

-Buenas tardes.-Saludaron las plantas para el asombro de Paul, quien tuvo que explicar que en su planeta no había flores parlanchinas.

Una vez adentro y hechas todas las presentaciones y asombros debidos, el emperador quiso charlar un rato con su invitado. Él era una criatura de la misma especie que los demás, un garabato, vamos a llamarlo, con la sola diferencia que poseía una reluciente corona. Y, nuevamente, para la sorpresa del Beatle quién creyó que el mandatario de esas tierras sería soberbio, el emperador lo invitó a charlar en el hall real. Era un ser magnífico, sin dudas.

-¿Y tu nave está muy averiada?-Preguntó preocupado.

-Creo que si, aunque no sabría contestar con exactitud.-Dijo confundido.

-En la puesta de Júpiter, mandare a alguno de mis servidores a que la revisen.-Dijo amable, y aunque el beatle no comprendió a que se refería, decidió pasarlo por alto.

-Itzel seguramente sepa con seguridad cual fue el problema.-Agregó el bajista.

-¿Itzel?-Se extrañó el emperador.

-La princesa del Planeta n°9.-Contestó él.

-Oh, he sabido sobre la crisis que afronta. Una pena... una verdadera pena.-Se lamentó.-Hemos pensado intervenir, pero estoy seguro que el consejo de La República sabrá poner fin a la dictadura sin necesidad de una guerra.

-¿La República?-Preguntó Paul.

-Si, es un convenio entre todos los Planetas y asteroides habitados en la galaxia Andrómeda.-Explicó él.-El consejo está formado por representantes de todos los lugares pertenecientes a la Gran República.

-Asombroso.-Comentó Paul para sus adentros.

-Si, en verdad lo es. Más que otra cosa para poder organizar las rutas comerciales entre los planetas de la industria, como Soldville.-Mencionó y pareció recordar algo.-Allí podrías conseguir repuestos para tu nave si es que está muy averiada.

-Muchas gracias, señor.-Respondió Paul.

Pero fue interrumpido repentinamente por un terremoto. Todas las paredes del palacio comenzaron a temblar bruscamente y varios sirvientes corrieron a encender alarmas que advertían aquello al pueblo.

-Oh no otra vez.-Murmuró el emperador sosteniéndose de una columna de mármol.

Paul no comprendió a que se refería y siguió observándolo, quizás se percataría y le explicaría la situación. Pero no había tiempo para eso y el bajista se sostuvo de la misma columna ante las violentas sacudidas del lugar. De repente, divisó a través de los ventanales, como el suelo de naranja comenzaba a agrietarse y desde el centro del planeta salía una criatura enorme y babosa. ¡Era un gusano gigante!

Luego de que el gusano saliese a la vista completamente, los sismos cesaron. Imagínense lo asqueroso que es un gusano verde y baboso multiplicado por mil.

-¡Ha vuelto el monstruo!-Gritaban en las calles los garabatos mientras corrían a ocultarse y el gusano comenzaba a comerse todo el interior del planeta, razón válida puesto a que era una enorme naranja.

-¿Qué es eso?-Preguntó asombrado Paul aunque conociese la respuesta perfectamente.

-¡Es el monstruo!-Contestó el emperador.-Nos aterroriza desde tiempos inmemorables. Nadie sabe donde se encuentra su hogar pero todos afirman que vive en las profundidades del planeta.

-Es horrible.-Contestó Paul asqueado mientras observaba como el animal se retorcía y avanzaba dejando un camino de baba. 

-Lo sé. Lo más lamentable de todo esto es que nunca hemos podido vencerlo y se come todos nuestros cultivos.-Dijo el emperador preocupado y agitando los brazos.

-Pero... es un gusano.-Contestó el bajista quitándole importancia.

-Un... ¿gusano? ¿Qué es eso?-Se extrañó.

-En mi planeta hay muchos.-Contestó.

-¿De verdad?-Se asombró el emperador.

-¡Si, millones! Solo que puedes matarlos pisándolos.-Dijo y observó su zapato pequeño y luego a la enorme criatura.

-¡Estamos perdidos!-Se lamentó el emperador y todos sus sirvientes.

En ese instante, Paul recordó algo. Metió la mano dentro del bolsillo de su saco y tomó un pequeño frasco con una etiqueta que tenía un dibujo de una calavera con dos huesos atravesados. Era veneno, para ratas. Lo tenía allí porque en su casa de La Tierra había un pequeño problema con roedores. Pensó que quizás serviría para el gusano.

Salió del palacio sin dar ninguna explicación, cosa que asombró al emperador y a él mismo. Corrió en dirección a la bestia y era más aterradora de lo normal. El bajista se trepó a un árbol puesto a que el enorme gusano estaba persiguiéndolo para comerlo. Pensó y pensó como podía introducir el veneno en el monstruo, y llegó a la conclusión que lo mejor era servir como carnada.

-¡Está loco! ¡Lo matará!-Se oía como decían los habitantes asombrados ante la escena.

Paul bajó de su escondite y se paró frente a frente con la babosa criatura. Hizo todo tipo de señas para llamar su atención pero no consiguió, puesto a que esta estaba concentrada en comer cualquier cosa a su alcance. Entonces, el beatle le arrojó una roca que, para su mala y buena suerte, hizo enfadar a la criatura. Esta comenzó a perseguirlo por todo el pequeño planeta, mientras los niños reían y los demás se preocupaban. 

En cierto momento, Paul divisó un pequeño pozo y se escondió allí dentro. Esperó a que la criatura, quién era medio ciega, pasara de largo y salió. Corrió tras ella varios metros y se trepó a un árbol. La bestia, quien lo buscaba enfadada, lo divisó y gruñó enojada. En el momento en el que abrió su boca para comer al beatle, este arrojó el frasco de veneno en su interior. La criatura se tambaleó un poco y cayó muerta haciendo retumbar el pequeño planeta.

Todos los habitantes salieron a las calles a festejar y alabar la valentía de Paul, quién no podía creer lo que había hecho.

-¡Nos has salvado!-Le comentaban.

-Las cosechas por fin estarán a salvo.-Le agradecían.

Colgaron banderines en el palacio y organizaron un enorme banquete para el pueblo. Acto seguido coronaron a el beatle como Primer Caballero Naranja, y lo invitaron a instalarse allí.


Mientas tanto, sus acompañantes acababan de despertar.

-¿Qué hay para desayunar?-Dijo bostezando George.

-Tengo mucha hambre.-Completó John.

-¿Do-donde estamos?-Se sorprendió Ringo al mirar hacia la ventanilla.

Itzel extrañada por el comentario se acercó allí también y se sorprendió por demás. No sabía donde se encontraban y mucho menos como habían llegado allí.

-¿Donde estamos?-Preguntó John.

-Parece ser el Planeta Naranja.-Dijo Itzel haciendo cálculos.-Nos hemos desviado mucho de la Ruta 2.000 y no tengo idea como.

-¿Y Paul?-Preguntó Richard.

-¡McCartney!-Dijeron los tres restantes dándose cuenta de todo...

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Hola, otro capítulo de regalo. No tenía pensado hacer esto de la naranja, en realidad no tenía pensado nada. Pero cuando empecé a escribir el capítulo vi unas naranjas en la cocina y se me ocurrió jajaja.
Fernanda bienvenida! Yo trato de no dejar mis fics abandonados aunque no suba por tres meses jaja así que no te preocupes. 
María Luján querida (?) ¿Como andás? jaja Me alegro que te guste este fic y te sientas identificada por su nivel de incoherencias jaja ¡Ah! Y estoy muy manija con Stop and Smell, quiero saber que pasa con Deri (?

2 comentarios:

  1. Gracias por la bienvenida(?) xd Primer Caballero Naranja♥ El capítulo está genial *-* Tienes mucha imaginación, en serio ._. Qué envidia(?) Acá esperaré a que subas el capítulo :3 ¡Cuídate y saludos!

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  2. Te aviso que acabo de publicar jajaja y que sos muy genia para inspirarte con las naranjas de la cocina XDDD
    Me entré a matar de risa de solo imaginarme los garabatos esos peludos, y con los dientitos chuecos jajajjajajajajajajjajajaa Quiero adoptar uno!
    Ey, tu fic está brutal y tambien acabo de recomendarlo en mi blog. Tiene mucho de El Principito y sus planetita en medio de planetitas raros, y Crónicas Marcianas (si no leíste ese libro, te lo recontra recomiendo)
    Chau!

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